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Más allá del Día Internacional del Riesgo de Desastres: una lección pendiente para la minería chilena

Aun así, menos del 1% de los presupuestos públicos se destina a la reducción de riesgos, y sólo el 2% de la ayuda internacional incluye objetivos de resiliencia. Estas cifras evidencian una gran brecha entre la magnitud de las pérdidas y la inversión en prevención.
Por: Camilo Salazar, Gerente de Operaciones de VIPER
Hace pocos días se conmemoró el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, una iniciativa impulsada por la ONU que busca promover una cultura global de prevención. Aunque la fecha ya pasó, su mensaje sigue plenamente vigente para un país como Chile, altamente expuesto a amenazas naturales y donde sectores estratégicos como la minería deben estar preparados para responder de forma rápida y coordinada ante cualquier emergencia.
A nivel mundial, los costos directos de los desastres superan los USD 202.000 millones anuales, pero su impacto real se estima en más de 2,3 billones de dólares, once veces más. Aun así, menos del 1% de los presupuestos públicos se destina a la reducción de riesgos, y sólo el 2% de la ayuda internacional incluye objetivos de resiliencia. Estas cifras evidencian una gran brecha entre la magnitud de las pérdidas y la inversión en prevención.
En el caso de la minería chilena, la continuidad operativa no es solo un objetivo de eficiencia: es una necesidad económica y estratégica. Cualquier interrupción en una faena (ya sea por un evento climático, una falla técnica o un accidente) puede tener efectos en cadena que impactan la producción, la logística y la recaudación fiscal. El reciente derrumbe en Mina El Teniente (2025), que costó la vida a seis trabajadores, nos recuerda que la seguridad operacional sigue siendo un desafío permanente. Casos como el de Pique Arenas Blancas (1994) o el rescate de los 33 mineros de San José (2010) refuerzan la misma lección: prevenir vale más que reaccionar.
En este contexto, una buena gestión de notificaciones se convierte en un pilar esencial para reducir riesgos. No se trata solo de emitir alertas, sino de asegurar que la información crítica llegue a las personas adecuadas, en el momento preciso y por los canales correctos, con trazabilidad y confirmación de recepción. En un entorno donde cada segundo cuenta, la diferencia entre controlar un incidente o lamentar pérdidas puede depender de una comunicación oportuna y eficaz.
La digitalización de los procesos de alerta y coordinación permite anticipar fallas, reaccionar ante emergencias y notificar simultáneamente a cientos de colaboradores sin depender del factor humano. Esto reduce errores, tiempos muertos y costos, al mismo tiempo que mejora la seguridad, productividad y trazabilidad de las acciones.
Aunque la minería chilena ha avanzado significativamente en automatización y control de procesos, aún existen brechas en la comunicación operacional y la gestión de información en tiempo real. En muchas faenas todavía se depende de radios o llamadas, sistemas que no garantizan cobertura total ni verificación ante un imprevisto.
El Día Internacional del Riesgo de Desastres ya pasó, pero su espíritu debería guiar el trabajo cotidiano del sector. Invertir en sistemas inteligentes de notificación no es solo una mejora tecnológica: es una inversión en seguridad, sostenibilidad y resiliencia. Comunicar a tiempo puede marcar la diferencia entre una emergencia controlada y una crisis que paraliza a todo un país.